El Ojo Vago – La Ambliopía.

Algunas preguntas que siempre quiso hacer:

“¿Qué es el ojo vago y cuando puede ocurrir?”.

Es la pérdida de visión, en uno o ambos ojos, que tras la realización de una completa valoración oftalmológica no se evidencia una causa anatómica que pueda justificarlo. En términos médicos se denomina Ambliopía.

Su periodo de presentación es durante el desarrollo visual desde los primeros años de vida.

“¿Cuándo debe tratar el ojo vago?”.

El tratamiento del ojo vago debe iniciarse desde el mismo momento en que se detecte, incluso en recién nacidos de pocos meses de edad. De ahí la necesidad de acudir a control en los primeros meses de vida y posteriormenten seguir las indicaciones del profesional hasta la completa maduración del sistema visual (a los 9 – 10 años).

“¿Cómo se puede tratar el ojo vago?”.

Existen múltiples alternativas de tratamiento dependiendo de cual sea el factor que origine el ojo vago, pero fundamentalmente todos ellos se basan en conseguir que se utilice el ojo vago con mayor frecuencia que el ojo que consideramos normal, para conseguir así un mayor desarrollo visual. Para ello existen distintas alternativas, como el parche ocular, laca, modificaciones en la gafa, colirios, etc…

“Me han mandado un parche ocular ¿Cómo tengo que usarlo?”

La finalidad del parche ocular es obligar a utilizar el ojo que tiene una peor visión, de ahí que su empleo sea sobre el ojo que mejor visión tiene. Existen diferentes pautas de tratamiento dependiendo de cual sea el grado de visión que estemos intentado tratar, por ello deberemos prestar especial atención a las indicaciones de nuestro oftalmólogo para no confundir los periodos de oclusión, ya que si bien lo usaremos con mayor frecuencia sobre el ojo sano, también en algunos periodos deberemos alternarlo para mantener la visión del ojo no amblíope.

“Pero doctor, mi hijo no quiere ponerse el parche porque dice que no ve”

Es normal que el niño presente un rechazo inicial al empleo del parche, dado que estamos obligándole a utilizar un ojo con mala visión, pero precisamente esa es la finalidad del parche, obligar a utilizar ese ojo para su pronta recuperación.

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“Si le quito el parche un rato para el colegio no creo que pase nada ¿verdad”

Eso es algo que nunca debemos hacer. Debemos en todo momento seguir las indicaciones de nuestro oftalmólogo en cuanto al modo y tiempo de oclusión recomendado, e intentar ajustarnos lo máximo posible. Es durante el tiempo de estudio cuando el niño realiza el mayor esfuerzo visual y por tanto en la situación más conveniente para la pronta recuperación.

“Me han dicho que lo tenga tapado también por la noche, pero si está durmiendo ¿para qué lo voy a tapar?”.

Nuevamente recordamos lo importante de seguir las indicaciones de nuestro oftalmólogo, dado que si nos ha pautado una oclusión contínua día y noche, la finalidad es que esté el máximo de tiempo posible con dicho parche, pues desde que hipotéticamente se lo quitaríamos por la noche hasta que se lo volvamos a colocar a la mañana siguiente ha pasado un tiempo importante donde el niño ha empleado nuevamente el ojo “bueno” frente al ojo vago, y eso es lo tratamos de evitar.

“Pero doctor: Si le tapo el ojo bueno ¿no se hará vago ese ojo también?”.

Es la experiencia de nuestro oftalmólogo la que nos pautará un tiempo de oclusión determinado para cada ojo en base al grado de pérdida visual y a la edad del niño. De todas formas aunque tuviéramos una pérdida de visión en el ojo bueno con una recuperación del ojo malo por aumento excesivo del tiempo de oclusión, esto no es un problema dado que puede volverse a recuperar suspendiendo o invirtiendo las oclusiones, indicándonos que estamos en una edad en la que la visión del niño todavía tiene la suficiente plasticidad para poder corregirse.

“Doctor: Si le pongo el parche, entonces ¿podré quitarle las gafas?”.

No tiene nada que ver el parche con la necesidad de empleo de gafas. Cuando éstas son necesarias, deberemos utilizar el parche además de las gafas, sin que la recuperación visual implique que debamos retirarle las gafas, pues dichas gafas se emplean por un defecto de refracción (miopía, hipermetropía o astigmatismo) que impide al niño ver bien, independientemente de si tenemos que recuperar una mayor pérdida visual en un ojo que en otro.

“Mi hijo siempre vuelve del colegio sin el parche. No se que hacer.”

Es frecuente que el niño en el colegio se retire el parche para conseguir una mejor visión empleando el ojo que no es vago, pero precisamente es en estos momentos cuando más debe utilizarlo para su mayor recuperación. Por ello es importante que informemos a los profesores de la necesidad y modo de empleo del mismo para que mantengan al niño con el parche y eviten en la medida de lo posible su retirada.

“Pero doctor: No hay forma de que el niño tolere el pache. ¿Qué puedo hacer?”.

En algunas ocasiones los condicionantes sociales y personales de cada niño impiden el correcto manejo del tratamiento oclusor. No debemos nunca ocultar esta situación al oftalmólogo pues existen otras alternativas de tratamiento que en algunos casos pueden suplir con igual éxito al parche, sin tener las repercusiones psicosociales de éste.

“Cuando lleva el parche se le levanta la piel y no sé que hacer”.

Muchas veces se evidencian erosiones en la piel secundarias al empleo del parche, pero que la mayoría de veces puede evitarse despegando el parche lo menos posible (sólo cambiarlo cuando se ensucie) y mojándolo previamente para facilitar su despegamiento de la piel sin lastimarla. A pesar de ello en algunas ocasiones no puede evitarse este daño, y deberemos acudir a nuestro pediatra que nos pautará algunas pomadas hidratantes para paliarlo.

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“El niño es alérgico al parche, pues le da reacción en la piel y no se que hacer”.

Hoy en día existen diferentes tipos de parches con características más o menos hipoalergénicas que posibilitan variar su empleo hasta encontrar el parche más adecuado a cada caso.

“Me han dicho que existen unos parches que se pegan a la gafa ¿Es lo mismo?”.

No, estos sistemas, si bien pueden ser empleados en determinados casos normalmente no son tan recomendables como los parche oculares, dado que al ir adheridos a los cristales, su empleo se condiciona por el correcto y constante manejo de las gafas lo cual obviamente es imposible de forma continua, existiendo múltiples periodos en los que el niño retira las gafas a lo largo del día y de la noche, y por tanto la finalidad del parche pierde su efecto.

“Mi hijo me dice que ve bien y que no necesita el parche, además yo no le noto que vea mal cuando no lleva el parche”.

Debemos recordar que cuando no llevamos el parche podemos estamos empleando ambos ojos, por lo que cuando la visión de uno de ellos es correcta, no notaremos cambios a no ser que tapemos dicho ojo. Por ello debemos emplear el parche, para recuperar la visión del ojo que encuentra con un defecto en la misma.

“Me han dicho que le tape 2 días un ojo y 1 día el otro, pero para recuperarlo antes voy a taparle más días. ¿Lo puedo hacer?”

No, nunca debemos alterar las pautas de oclusión prescritas por nuestro oftalmólogo. No olvidemos que es en base al seguimiento de dichas pautas y a la recuperación de la visión según lo cual el oftalmólogo las modificará en el tiempo, por lo que si las alteramos sin un criterio preciso, llevaremos a errores de valoración que repercutirán en el correcto seguimiento y tratamiento del niño.

“El oftalmólogo se ha vuelto loco, me dice que le pinte la gafa con laca de uñas”.

En algunos casos cuando la pérdida de visión es muy leve o cuando sólo se pretende un tratamiento de mantenimiento, el oftalmólogo puede recurrir a lo que se denomina una penalización leve mediante el emborronamiento de un cristal con laca de uñas transparente, convirtiendo este cristal en una especie de vidrio esmerilado que dificulte la visión en cierto grado, para obligar a utilizar el ojo contrario.

“¿Cómo debo poner la laca de uñas en la gafa?”

Este sistema se emplea sobre el cristal del ojo no vago, dando varias capas de laca de uñas transparente por la noche y esperando a que se sequen previamente a volver a colocar la gafa (para evitar los vapores irritantes que emanan de la laca). El número de capas a emplear nos lo indicará nuestro oftalmólogo dependiendo del grado de enturbiamiento del cristal que se pretenda conseguir, aunque esto es algo muy aproximado.

“Pero mi hijo no quiere emplear las gafas cuando lleva la laca”.

Algunos niños manifiestan este rechazo al empleo de las gafas cuando las llevan con laca en un ojo, o intentan mirar por encima de ellas, con lo que la finalidad de la laca pierde todo su efecto. Deberemos comentárselo a nuestro oftalmólogo para que valore otras alternativas de tratamiento.

“Me han hablado de unos filtros que se ponen en la gafa en lugar de la laca de uñas”.

Existen unos filtros que se colocan por presión sobre el cristal del ojo sano cuya finalidad es el mismo efecto que la laca de uñas, enturbiar la visión del ojo sano para hacer que utilice el ojo vago. Estos filtros son de distintos grados de más a menos densos de forma que podemos regularlos según  nuestras necesidades. Su mecanismo de acción es similar a la laca de uñas pero más exacto.

“¿Son todos los filtros iguales?”.

No, como decimos, cada filtro lleva una gradación determinada, por lo que deberemos seguir estrictamente las indicaciones de nuestro oftalmólogo que nos habrá personalizado su indicación y no deberemos cambiar el filtro sin su conocimiento y recomendación.

“También he oído que existen unas gafas electrónicas para tratar el ojo vago”.

Existen unas gafas que se conectan a un ordenador y lo que hacen es que llevan un cristal especial que se opacifica 30 segundos de cada minuto, de forma que hacemos que utilice el otro ojo. Son métodos que todavía están en estudio y su finalidad es lo mismo que el parche, pero que no podemos actualmente regular el tiempo de oclusión y debe tenerse cuidado con algunos dispositivos o pantallas pues con estas gafas al ser polarizadas pueden no verse.

“Doctor: Mi hijo no quiere llevar el parche no se que hacer”.

Ante todo siempre debemos explicarle a nuestro oftalmólogo los problemas que tenemos con el tratamiento, el cual intentará solventarlos o en su caso cambiar el tratamiento por otros que pueda surtir el mismo efecto, pues como decíamos anteriormente existen múltiples posibilidades. En algunos casos ese tratamiento pasa por el empleo de colirios de atropina que siempre bajo el estricto control del oftalmólogo pueden ser prescritos para mejorar un ojo vago.

“Doctor: ¿Cómo puede hacer un colirio que mi hijo vea mejor?”.

En algunos casos se emplea un colirio con atropina para evitar que el niño pueda enfocar de cerca y por tanto no le quede más remedio que utilizar el ojo vago para sus actividades de cerca, como leer, escribir, etc…, forzando la recuperación visual. Este colirio debe ser prescrito siempre por un oftalmólogo que será el que debe hacer su seguimiento minucioso.

paisaje3pixabay“Si le tengo que poner un colirio, será en el ojo vago ¿no?”

No, como ya decimos la finalidad del colirio de atropina es evitar que el ojo pueda enfocar (acomodar) para cerca, por lo que dicho colirio debe ponerse en el ojo con buena visión, para impedir el empleo de este ojo en aquellas actividades de lectura, escritura y por tanto obligar a emplear el ojo vago como si el otro ojo estuviera ocluido.

“Doctor; Me han dicho que sólo se lo ponga los fines de semana. ¿Por qué?”.

La atropina es un medicamento cuyo efecto tiene una duración de aproximadamente 7 días, de ahí que tras numerosos estudios se haya comprobado que el efecto del mismo es igual si se instila una gota los sábados y domingos que si se instila de forma continua, por lo que sólo es necesario utilizarlos en esos dos días, manteniéndose el efecto durante toda la semana. De todas formas esto debe controlarse por su oftalmólogo por si precisase aumentar la frecuencia, siempre bajo sus indicaciones.

“Doctor: ¿Qué cuidados tengo que adoptar al instilar el colirio de atropina?”.

Como la finalidad del tratamiento es actuar sólo sobre un ojo, deberemos tener especial cuidado de que el niño durante 10 minutos tras instilado el mismo en un ojo, no se frote los ojos, puede pudiera pasarse restos del tratamiento de uno ojo al otro perdiendo la efectividad el tratamiento dado que actuaría sobre ambos ojos.

Por el mismo motivo, la persona que le ponga el tratamiento deberá tener cuidado de lavarse posteriormente las manos para evitar frotarse los ojos e inconscientemente utilizar sobre sus ojos por restos que pudieran ir disueltos en los dedos.

“Doctor, le he puesto el colirio de atropina a mi hijo se le ha dilatado la pupila de un ojo. Estoy muy asustada”.

Este es un efecto secundario de la atropina que debemos conocer, pues además de evitar la función de enfoque o acomodativa, produce una dilatación de la pupila que dejará de reaccionar ante la luz, por  lo que tendremos un ojo más dilatado que el otro. Esto no es un problema importante si bien puede en algunos casos paliarse la molestia por el exceso de luz que llega al ojo, mediante el empleo de gafas o suplementos de sol para cuando el niño salga a la calle.

Este efecto lo debemos conocer y comunicar el tratamiento que está siguiendo el niño siempre que lo llevemos a otro médico, así como comunicárselo a los profesores para evitar alarmas innecesarias.

El efecto es reversible a medida que se suspenda el tratamiento en un plazo de aproximadamente una semana y de forma paulatina.

“Mi hijo tuvo un ojo vago pero me han dicho que ya no necesita tratamiento porque se ha recuperado. ¿Debo volver a llevarlo al oftalmólogo alguna vez más?”.

Sí, no olvidemos que el proceso de maduración visual es un proceso en desarrollo durante la primera década de la vida, por ello, deberemos mantener muy controlada la visión de nuestros hijos en este periodo, aún cuando se haya recuperado tras un correcto tratamiento, pues puede ocurrir pérdidas posteriores que si pasan desapercibidas sean más difíciles de tratar dada la mayor edad. Por ello deberemos mantener los controles que nos aconseje nuestro oftalmólogo según cada caso particular.

“Me han recetado una gafa con una graduación diferente a la que necesita, y me han dicho que es para tratar el ojo vago. No lo entiendo”.

En algunos casos empleamos lo que se denomina penalizaciones ópticas para recuperar un ojo vago, ello consiste en utilizar diferente graduación a la que el paciente necesita para dificultar la visión de dicho ojo y por tanto obligar a emplear el otro ojo. Incluso en algunos casos puede utilizarse de forma combinada con el empleo de colirios de atropina, pero siempre bajo el control del oftalmólogo.

“¿Existe algún tipo de terapia para tratar el ojo vago?”.

El tratamiento del ojo vago se basa fundamentalmente en hacer que empleemos ese ojo para ver, con lo cual al usarlo mejoraremos su visión en edades en la que esto es posible y hay una plasticidad cerebral adecuada. Por ello cualquier tipo de ejercicio que nos obligue a utilizar ese ojo va a ser útil, pero aquí debemos hacer una especial énfasis en recalcar que cuando decidamos hacer algún tipo de terapia, siempre lo hagamos de las terapias que están probadas científicamente, pues existen otros supuestos tratamientos cuya evidencia no ha sido probada  científicamente de una manera rigurosa y contrastada. Aquí la colaboración de los optometristas con el oftalmólogo es fundamental, pues muchos optometristas hacen terapias en determinados casos de estrabismos y/o ambliopías que son muy útiles, pero siempre con la colaboración conjunta con el oftalmólogo.

“Doctor: ¿Cuándo podré dejar de tratar el ojo vago?”.

El momento de suspender el tratamiento será cuando hayamos conseguido la total recuperación del ojo vago, o cuando por la edad del paciente (en la mayoría de casos en torno a los 10 años), las posibilidades de recuperación sean nulas.

“Me dicen que ni hijo ya no tiene un ojo vago, pero él sigue utilizando las gafas. Si ya se encuentra bien, ¿para qué usa las gafas?”.

Debemos diferenciar el tratamiento del ojo vago y su recuperación del empleo de las gafas. Dicho empleo es el preludio para poner el ojo en condiciones de ver bien, pero son los distintos tratamientos de la ambliopía los que obligan a emplear ese ojo (el cual gracias a las gafas puede utilizarse con el mayor potencial visual posible).

Por ello, aunque hayamos recuperado un ojo vago, las gafas deberán seguir usándose sin que ello quiera decir que podamos prescindir de ellas.

“Doctor: ¿Porqué mi hijo tiene un ojo vago?”.

Existen multitud de causas que puede originar que un ojo no desarrolle la visión de forma correcta. Entre ellas destacaremos por su frecuencia e importancia los defectos de refracción (miopía, hipermetropía o astigmatismo) y el estrabismo (torcer los ojos).

Existen otra multitud de posibilidades mucho menos frecuentes, como las cataratas congénitas, enfermedades retinianas congénitas (toxoplasmosis, tumores oculares, etc), glaucoma congénito, etc…

“Tengo un ojo vago. ¿Lo puede heredar mis hijos?”.

El ojo vago no es una enfermedad en sí mismo, sino una consecuencia de una enfermedad. Es decir, es como si preguntamos si nuestra cojera se puede heredar; ello dependerá del motivo que origine nuestra cojera. Igualmente la posibilidad de heredar en mayor o menor grado un ojo vago dependerá de las causas que lo han originado. De ahí la importancia de conocer el motivo de dicho ojo vago en los padres, para un seguimiento más correcto de los hijos.

“Tengo un ojo vago: ¿Qué debo hacer para que no lo tengan mis hijos?”.

Como ya hemos dicho no todas las causas de ojo vago son hereditarias, pero algunas de ellas si tienen un factor de transmisión importante, de ahí que lo fundamental para prevenir su desarrollo o en su caso instaurar el tratamiento adecuado, sea acudir a los controles periódicos con nuestros hijos, los cuales se aconsejan en los primeros meses de vida, posteriormente entre los 2 y 4 años si no hay ninguna otra indicación por parte de nuestro oftalmólogo y a partir de ahí, de forma anual durante el desarrollo visual.

“Mi hijo ya tiene 11 años y me han dicho que no tiene tratamiento. Estoy desesperado y no se que hacer”.

Realmente las posibilidades de recuperación visual a esta edad se encuentran muy limitadas, pero en algunos casos y dependiendo de la causa que origine dicha ambliopía, se han obtenido recuperaciones tras tratamientos agresivos, incluso en edades superiores. Por ello al menos debiéramos intentarlo durante un periodo determinado para objetivar si existe algún grado de mejoría aunque ésta pueda ser sólo parcial.

“Mi hijo tiene mucha graduación y me han dicho de operarlo, pero he oído que hay que esperar a los 20 años. ¿Puede hacerse antes?”

Si bien como norma general esta es la edad indicada desde el punto de vista de eliminar una gafa, podemos en ocasiones muy concretas y particulares adelantar esta edad con una finalidad de disminuir la graduación de uno de los ojos para igualarla con el otro y así eliminar un obstáculo para la recuperación visual, pero no con el objetivo de retirar las gafas, pues éstas variaran durante las edades del desarrollo. Además el mismo objetivo podemos conseguirlo con unas lentes de contacto y así valorar el posible resultado del tratamiento sin  necesidad de realizar una intervención en edad pediátrica con sus consiguientes riesgos y falta de predictibilidad evolutiva.