Comienza el nuevo curso escolar y tras un verano de playa, piscinas y menos gafas, parches y más móviles y tabletas, es el momento de abordar la revisión de la vista. No es de extrañar que en estos meses haya habido algunas variaciones en su visión, pues el no empleo constante de las gafas, o el manejo excesivo de móviles y tabletas, puede hacer que ese ojo vago que se estaba recuperando haya sufrido algún pequeño retroceso que es momento de volver a recuperas, o que ese estrabismo que con su gafa se mantenía bien compensado, ahora notemos que se desvía con mas frecuencia dado el uso menor de las gafas durante el verano.
La visión es algo con lo que no nacemos plenamente desarrollado, sino que durante los primeros años de vida sufre un proceso evolutivo de mejora, el cual nos permite adquirir las plenas capacidades visuales en los primeros años de vida y es en este momento donde cualquier desviación de la normalidad debe diagnosticarse y tratarse lo antes posible.
Todos los niños deben seguir controles visuales desde los primeros meses de vida y a lo largo de su desarrollo, incluso aunque no les hayamos notado nada, pues un niño con visión de un solo ojo puede no manifestar ninguna alteración aparente y que cuando lo descubramos sea demasiado tarde. Un niño no sabe lo que es ver bien hasta que no ve bien y esto puede conllevar retrasos en el diagnóstico cuando el niño no lo manifiesta mediante gestos raros, frotarse los ojos, desviaciones oculares, etc. Por todo ello, es muy simple, siempre debe ser nuestro oftalmólogo el que tras poner unas gotitas en la consulta podrá conocer la graduación exacta (necesidad o no de gafas) del niño, independientemente de su edad. Sin la dilatación pupilar mediante estas gotas no podemos conocer la graduación exacta de los ojos, por lo cual es totalmente imprescindible su empleo antes de cualquier prescripción de gafas en un niño.
No es necesario que un niño colabore para saber si su desarrollo visual es correcto o si necesita gafa, pues disponemos de métodos objetivos y test adaptados a las distintas edades del niño que nos permiten conocer la evolución de su visión.
También debemos controlar la aparición de cualquier desviación ocular, pues los ojos no deben desviarse en ninguna posición de la mirada y cualquier alteración de esos movimientos a partir de los primeros 2-3 meses de vida debe ser estudiada por el especialista en estrabismos para valorar no solo el componente estético de dicha desviación, sino también y fundamentalmente el componente visual, evitando que condicione la aparición de un ojo vago. En Clínica Baviera de Alicante y Valencia somos pioneros y hemos contribuido científicamente con el empleo de métodos objetivos y precisos de videooculografía/videonistagmografía que con una mínima colaboración nos permiten la valoración exacta de cualquier desviación ocular.
El control periódico de los niños no solo debe realizarse para descartar y valorar en evolución la necesidad de gafas o la medición de las desviaciones oculares, sino también para descartar cualquier otro problema, que si bien menos frecuentes, pueden ser mucho más graves, como es la existencia de cataratas o glaucomas congénitos, tumores, etc… para lo cual también será esencial dilatar la pupila, por lo cual siempre que queramos conocer el estado visual y ocular de un niño, deberemos dilatar la pupila con las gotitas de la consulta para tener una valoración correcta y evitar incurrir en errores de graduación, así como para no pasársenos desapercibidos problemas visuales que pudieran tener serias repercusiones presentes y futuras sociolaborales.
La vuelta al colegio es un buen momento para hacer esos controles oftalmológicos y valorar la posible evolución, tras un verano donde el empleo de gafas, parches, etc seguro que no ha sido todo lo preciso que sería deseable, por ello debemos volver a situar a nuestros hijos en la mejor condición visual preparados para un nuevo curso escolar.