Con frecuencia oímos que los oftalmólogos necesitamos en muchos casos poner unas gotas en la consulta para poder valorar a los pacientes, especialmente a los niños, pero ¿sabemos realmente para qué sirven?; vamos a intentar dar una claves.
Las conocidas gotitas del tapón rojo tienen dos objetivos primordiales, por un lado poder realizar una visualización del fondo de ojo y por otro lado poder realizar una valoración correcta y objetiva de su graduación (necesidad de gafas)
Respecto al primero de estos aspectos, el objetivo que persiguen estas gotas es poder dilatar la pupila (el agujerito negro del centro del ojo), para poder ver a través de él, en el interior del ojo todas sus estructuras, Así podemos valorar si existe algún problema en el cristalino (la lente que nos permite enfocar), en la retina (la capa que reviste internamente el ojo y donde se procesa la imagen) o en los medios transparentes (humor vítreo y acuoso) que rellenan el ojo. Esta exploración es muy necesaria, pues ante cualquier problema, es imprescindible valorar estas estructuras del interior de ojo para descartar posibles patologías. Hoy en día existen algunos equipos que mediante distintas tecnologías, permiten una valoración de dichas estructuras, pero siempre es recomendable una visualización directa para confirmar lo que estos equipos nos sugieren y todos podemos entender que si el agujero por el que miramos es muy pequeño, la superficie que podemos explorar a través de él se encuentra muy reducida, pudiendo existir algunas patologías que por su localización periférica nos pasen inadvertidas.
El segundo aspecto importante por el que instilamos las gotas en la consulta, es la correcta realización de un estudio refractivo (graduación), es decir, la valoración de la necesidad de gafas. Cuando intentamos medir lo que ve una persona, ésta hace esfuerzos visuales para ver lo mejor posible, con lo cual puede estar falseándonos la existencia de una necesidad de gafas que viene compensada por ese esfuerzo visual, el cual en ocasiones es el responsable de los conocidos dolores de cabeza al final del día. Esta capacidad de esfuerzo visual, lo que conocemos como acomodación, en los niños es mucho más potente, por lo cual necesitamos instilar las conocidas gotitas para paralizar dicho esfuerzo visual y conocer la graduación verdadera y objetiva.
En un niño es totalmente imprescindible la realización de un estudio refractivo correcto con dichas gotas, que en ocasiones es necesario instilar varias veces en la consulta para tener una medición exacta de su graduación. Hoy en día el abuso de dispositivos móviles, tabletas, ordenadores, está haciendo que se estén produciendo un aparente aumento de la miopía, que debemos conocer realmente en toda su extensión y que sin una correcta paralización de la acomodación su valoración puede llevarnos a error a la hora de prescribir una corrección óptica.
Una vez que hemos establecido la necesidad de realizar un estudio refractivo con gotas, debemos decir que dichas gotas solo pueden ser indicadas por un médico, de ahí la necesidad de que todos los niños sean valorados oftalmológicamente y no nos sirvan los controles sin dilatar la pupila, pues su valoración , como mucho puede ser orientativa, pero nunca con la exactitud y objetividad que tras la dilatación pupilar podemos tener. Por ello cualquier control que se realice sin dilatar la pupila, puede ser muy útil en establecer una sospecha sobre un posible defecto refractivo, el cual deberá confirmarse tras la dilatación pupilar con dichas gotas.
También debemos decir que estas gotas no están exentas de algunos posibles efectos secundarios, como es la molestia de la luz (fotofobia), posibilidad de reacciones alérgicas, etc… Por ello su instilación siempre debe ser bajo prescripción médica tras valoración de las características del paciente y de su necesidad.
La duración del efecto de las gotas es muy variable dependiendo del tipo de gota que instilemos y del objetivo que busquemos al ponerlas, pues no todas tienen la misma duración de efecto, pudiendo ser desde unas horas hasta unos días, lo cual debemos conocer y notificar ante cualquier valoración médica, pues ver una pupila dilatada puede ser un signo de alarma y confusión si no conocemos que dicha dilatación pupilar ha sido provocada por la instilación de dichas gotas.
Estas gotas, también en ocasiones se emplean como tratamiento de algunas patologías, por lo que debemos tener especial cuidado de lavarnos bien las manos antes y después de ponérselas a cualquier familiar, pues el contacto inadvertido con la gota, si nos tocamos los ojos, puede hacer que nos dilatemos inadvertidamente la pupila, con sus consiguientes efectos.
No debemos tener miedo a que nuestro médico nos ponga dichas gotas, pero siempre bajo su indicación y supervisión.