En ocasiones ocurre que los ojos de los niños tienen un movimiento incontrolado, contínuo e involuntario que puede manifestarse en cualquier posición de la mirada o solo cuando miran a algún punto determinado, es lo que conocemos como Nistagmus.
La coordinación del movimiento de los ojos viene ordenada por el cerebro y puede ocurrir que esas ordenes no sean las correctas y los ojos no puedan permanecer quietos. Esto puede acontecer desde nacimiento, lo cual puede llevar emparejado un déficit visual más o menos severo, o puede ocurrir a lo largo del desarrollo, bien por un problema cerebral (traumatismos, tumores, enfermedades, etc…) o en ocasiones porque haya una pérdida muy severa de visión en ambos ojos, lo cual origina que los ojos no puedan desarrollar bien la coordinación motora y manifiesten esa inestabilidad.
El nistagmus es una patología dentro del campo de la oftamología y neurología que debe ser valorada de forma conjunta por ambas especialidades, pues lo prioritario y más importante es descartar de inicio la existencia de un problema neurológico que pueda ser la causa de dicho Nistagmus y que pudiera entrañar otros riesgos generales, incluso de compromiso vital.
Como comentábamos, también puede ocurrir que ese nistagmus sea consecuencia de un déficit visual muy severo en ambos ojos, por lo cual deberemos hacer una valoración oftalmológica completa del niño, independientemente de su edad (desde recién nacido), incluyendo la dilatación de la pupila y con pruebas adaptadas a su edad, para poder confirmar la existencia o no de dicho déficit visual.
Una vez descartada la existencia de un problema neurológico y la posibilidad de un déficit visual severo, o bien tras establecer las medidas necesarias para su recuperación si esta es posible, deberemos afrontar el nistagmus desde el campo de la oftalmología en dos vertientes fundamentales, por un lado la búsqueda de la estabilización de dichos movimientos y por otro lado conseguir el mejor desarrollo de su visión posible. Ambos aspectos están relacionados, pues si conseguimos que los movimientos involuntarios se frenen o aminoren, podremos conseguir un mejor desarrollo visual.
En ocasiones el nistagmus disminuye mirando a una determinada campo de la visión, lo cual hace que el niño adopte una posición de giro de la cabeza condicionada por el movimiento de los ojos, lo que denominamos tortícolis. Cuando este tortícolis es muy manifiesto, podremos valorar la posibilidad de una intervención quirúrgica para cambiar esa posición y aminorar dicho tortícolis. La operación consistirá en cambiar las posiciones de los músculos, como se realiza en cualquier tipo de estrabismo. Cuando dicho tortícolis no es muy importante, podemos servirnos del empleo de unos prismas sobre gafas para cambiar dicha posición de los ojos evitando el tortícolis, pero cuando el giro de cabeza es muy importante, los prismas deberán de ser muy potentes y constituyen un serio obstáculo que la cirugía puede paliar más fácilmente.
También cuando es un nistagmus muy manifiesto, sin una posición de bloqueo de los movimientos determinada, podemos actuar quirúrgicamente debilitando los músculos de ambos ojos, para de esta forma aminorar dichos movimientos. El objetivo que pretende la operación del nistagmus es hacer que mirando el frente se aminore el movimiento incontrolado de los ojos, lo cual conllevará un mejor desarrollo de su visión.
Ultimamente también en niños muy pequeños se está empleando la inyección de toxina botulínica para disminuir temporalmente el movimiento de dichos ojos e intentar que, al menos durante un periodo de tiempo importante en el desarrollo visual, consigamos una mejoría de su visión
Además no podemos olvidar que añadido al problema del nistagmus, puede ocurrir que tengamos cualquier otra posible patología que pueda disminuir la ya limitada visión existente, como puede ser la necesidad del empleo de gafas por miopía, hipermetropía o astigmatismo, lo cual también deberá ser tenido en cuenta en todo momento para facilitar el mejor desarrollo visual posible. Al igual que si existiera cualquier otro tipo de desviación, que también deberá ser tenida en cuenta a la hora de intervenirlo para su mejoría estética.
En los adultos en los que aparece un nistagmus es muy importante la valoración neurológica, pues hay que descartar la existencia de un problema a dicho nivel que lo haya originado. Así mismo cuando el nistagmus aparece en la edad adulta, suelen manifestar una característica que denominamos “oscilopsia”, la cual consiste en la percepción de que los objetos están en movimiento u oscilan. Esta sensación no se da en los nistagmus congénitos, sino solo en los que se adquieren posteriormente.
El nistagmus como vemos puede ser una patología muy relevante y que no debemos obviar, pues si bien su frecuencia es de aproximadamente 1-2 por 1000, sus graves consecuencias pueden repercutir seriamente en el desarrollo sociolaboral del paciente y en ocasiones ser la manifestación de una patología más severa. Su abordaje debe de ser multidisciplinar, tanto por el oftalmólogo pediátrico cuando ocurre en la infancia y preferiblemente especialista en estrabismos, pues el abordaje de su tratamiento puede ser quirúrgico, como por el neurólogo, para buscar el mejor desarrollo de sus capacidades visuales.