Mi hijo hace “gestos raros”

En ocasiones nos parece ver algo raro en la mirada de nuestros pequeños, pero cuando nos fijamos detenidamente, esa situación parece normalizarse. Otras veces lo que notamos es que nuestros hijos cierran un ojo con frecuencia, especialmente cuando les molesta la luz del sol, lo que achacamos a una cierta fotofobia, pero ¿es esto cierto siempre?, ¿hay algo que debamos tener en cuenta?
A veces en los niños, sobretodo cuando son muy pequeños, nos dan un efecto de falsa desviación de los ojos, provocada por lo que comúnmente se conoce como “poca nariz, párpados muy anchos”, o lo que médicamente llamamos “epicantus”. Esto consiste en que el aspecto de sus párpados nos hace percibir una posible desviación en los ojos que es totalmente falsa; los ojos no están desviados, pero cuando miramos su aspecto general nos da una cierta apariencia de desviación, especialmente cuando mira hacia los lados, pues los párpados tapan más la zona blanca de los ojos, contribuyendo a ese falso aspecto.
Ahora bien, en ocasiones existen algunos tipos de estrabismo cuyo inicio de manifestación es paulatinamente, es decir, no se desvían de forma constante y mantenida, sino que dicha desviación solo se produce ante determinadas circunstancias, como puede ser al mirar de lejos. Ello hace que cuando el niño está distraído, o mirando en la distancia, pueda aparecer una desviación, la cual cuando le llamamos la atención para intentar fijarnos en lo que nos está pareciendo, provoquemos que haga un esfuerzo visual para volver a enfocar y ello contribuya a que desaparezca la desviación, lo cual nos lleva a pensar que ha sido una falsa apariencia.
Así mismo un signo de alerta es que en determinadas circunstancias, como cuando les incide la luz solar o cuando se produce cualquier efecto que interfiera en la visión binocular, comienza a desviar un ojo, provocándole una visión doble, que si bien no sabe expresar, lo que hace es defenderse de ella guiñando un ojo; es lo que denominamos “estrabismos divergentes intermitentes”.
En otras situaciones, la desviación se hace más aparente cuando el niño comienza a leer o a fijarse en los objetos de cerca, siendo mucho menos manifiesta o incluso desapareciendo cuando enfoca de lejos; los llamados “estrabismos convergentes”.
Y también puede ocurrir que la desviación no sea evidente, pero lo que esta manifestando es un giro de la cabeza (tortícolis) cuando desea enfocar algún objeto, lo cual ocurre para compensar con esos giros de la cabeza una desviación ocular que se manifiesta en determinadas posiciones de la mirada y en otras no.
Todas estas situaciones por ocasionales que nos parezcan, debemos comentarlas con nuestro oftalmólogo pediátrico, pues mediante una exploración en consulta, podrá de esta forma verificar la posible existencia del inicio de un estrabismo. Cuando estas situaciones van prolongándose en el tiempo sin instaurar un tratamiento correcto, lo que puede ocurrir es que la desviación se haga más manifiesta y duradera, lo cual implica la posible aparición según la edad del niño, del riesgo añadido de desarrollar un ojo vago.
El ojo vago en un estrabismo se produce debido a que durante las edades del desarrollo, especialmente en los primeros años de vida, es fundamental que se empleen ambos ojos de manera coordinada. Cuando uno de los ojos se desvía, conlleva que no se utilice correctamente, con lo cual el proceso de visión no se desarrolla correctamente, ocasionando el conocido “ojo vago o ambliopía”.
El tratamiento de estos estrabismo pasará por distintas fases, siempre bajo la supervisión de nuestro oftalmólogo pediátrico. En primer lugar será necesario evidenciar la posible necesidad de empleo de correcciones ópticas, gafas; Puede ocurrir que la graduación del niño no sea la correcta y esté empleando un ojo más que el otro y por eso se desvía. Para ello es fundamental instilar las conocidas gotas que dilatan la pupila en la consulta, para poder ver independientemente de la edad del niño (incluso en niños recién nacidos), su graduación verdadera y la posible necesidad de corrección óptica, que en ocasiones puede conllevar la mejoría e incluso la desaparición de la desviación.
Así mismo, deberemos descartar la existencia de cualquier problema que pueda ocasionar un déficit visual, algunos de ellos de alto riesgo, como las cataratas congénitas, el glaucoma congénito o malformaciones en el desarrollo de las estructuras oculares.
El siguiente paso en el tratamiento será la recuperación visual en ambos ojos, en caso de que se presentase cualquier déficit visual, e independientemente de su edad y colaboración. Hagamos un paréntesis para recordar que no es necesario esperar a que un niño sepa números o letras para valorar su visión, sino que desde recién nacidos debemos hacer un seguimiento correcto de ella con test adaptados a su edad.
Por último, una vez tratado el problema visual y con su correcto empleo de gafas si las hubiere, el siguiente paso será el momento de abordar la corrección de la desviación ocular presente con sus gafas (recordemos que la desviación que corrige el empleo de gafas no es preciso tratarla, sino que que lo que se interviene es la desviación que el paciente presenta con las gafas). El tratamiento de esta desviación ocular variará mucho según cada tipo de estrabismo, la edad y el motivo de dicha desviación. Así, en ocasiones el tratamiento pasará simplemente por el empleo de las gafas, terapias visuales (siempre las científicamente avaladas) o el empleo de cirugía, bien mediante inyección de un medicamento como la toxina botulínica (que en algunos casos determinados y en edades tempranas puede ser de utilidad), o bien mediante intervenciones de cirugía de estrabismo clásica, para conseguir el realineamiento visual de los ojos con una mejor estética.
Pero no olvidemos siempre estos pasos fundamentales:
1- Estudio oftalmológico completo con dilatación pupilar para confirmar la ausencia o la necesidad del empleo de correcciones ópticas.
2- Valoración de la agudeza visual de ambos ojos y su tratamiento en caso de que ésta no sea la correcta.
3- Tratamiento de la desviación ocular que el niño presenta, siempre con su corrección óptica.
Por todo ello, tengamos una idea muy clara, los niños deben valorarse por el oftalmólogo pediátrico desde recién nacidos, independientemente de que presten mayor o menor colaboración, pues ella no es imprescindible para valorar su estado visual y poder establecer los medios adecuados para un correcto desarrollo de su visión.
Por desgracia, campañas de prevención de ojo vago que se realizan a edades de 5- 6 años, dan unos porcentajes de déficit visuales superiores a un 10 % y lo que es peor, algunos de estos niños pueden ya no tener tratamientos por haber llegado tarde.
Ante cualquier sospecha de problemas visuales, comentémoslo a nuestro especialista y sobre todo no olvidemos hacer un seguimiento de su visión desde el nacimiento.

 

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