“¿Cuándo puedo saber si mi hijo necesita gafas?”.
Si bien pudiéramos pensar que debemos esperar a que el niño tenga una edad suficiente para prestar la colaboración en la consulta para poder decirnos lo que ve, esto es erróneo, pues existen distintos procedimientos para objetivar la visión del niño según la edad del mismo, así como su necesidad de gafas, incluso en recién nacidos. Por ello no existe una edad hasta la cual no podamos valorar a un niño, sino que desde recién nacidos pueden ser valorados.
Existen métodos desde test de visión preferencial según mira a unas cartulinas, como sistemas mas sofisticados (PEV, ERG) para corroborar el funcionamiento de su sistema visual.
Lo importante es valorarlo desde recién nacido para podernos anticipar al posible desarrollo de un ojo vago y así poner las medidas adecuadas para su tratamiento.
“Quería saber la visión de mi hijo y me ha dicho el oftalmólogo que tienen que ponerle unas gotas. ¿Para qué? ¿Puede valorarse sin ponerle gotas?”.
Todo niño que acude por primera vez a un oftalmólogo para valoración de su visión, debe realizarse una dilatación pupilar mediante colirios ciclopléjicos, con la finalidad de poder realizar un correcto estudio de su graduación.
La finalidad de la dilatación pupilar con ciclopléjico (las conocidas gotitas) es conseguir que el niño no realice ningún esfuerzo visual y de esta forma tener una graduación objetiva exacta sin las alteraciones subjetivas que la graduación sin cicloplejia ofrece.
Por ello la dilatación pupilas en un niño es necesaria para conocer el valor real de su graduación, pues sin ella nunca podremos ser exactos y así no necesitaremos que el niño preste mayor o menor colaboración, pues con gotitas la valoración es un método objetivo, no sujeto a la colaboración del niño.
“Me han dicho que mi hijo necesita gafas porque tiene miopía ¿qué es eso? ¿cómo corregirlo?”.
La miopía es una alteración de la visión que impide en mayor grado el enfoque en la visión de lejos y en menor grado en la de cerca. Puede corregirse con gafas, lentes de contacto o cirugía, según la edad y los requerimientos de cada persona.
En un niño la cirugía por deseo de quitar las gafas no debe realizarse, pues la graduación no está estable y hay que esperar a los 20 años aproximadamente y siempre que la graduación se estabilice.
“Me han dicho que mi hijo necesita gafas porque tiene hipermetropía ¿qué es eso? ¿cómo corregirlo?”.
La hipermetropía es la alteración de la visión que impide en mayor grado la visión de cerca y en menor grado la visión de lejos. Al igual que la miopía puede corregirse mediante gafas o lentes de contacto y también puede operarse igualmente según la edad y los requerimientos de cada persona.
En un niño la cirugía por deseo de quitar las gafas no debe realizarse, pues la graduación no está estable y hay que esperar a los 20 años aproximadamente y siempre que la graduación se estabilice.
Me han dicho que mi hijo necesita gafas porque tiene astigmatismo ¿es peor que la miopía o la hipermetropía? ¿puede operarse?”.
El astigmatismo es el defecto visual que dificulta tanto la visión de lejos como la de cerca. Igualmente puede corregirse con gafas, lentillas o mediante cirugía. No es cierto que sea peor o mejor que los otros problemas refractivos (miopía o hipermetropía), pudiendo en muchos casos asociarse a ellos, pero sí es cierto que condiciona un mayor riesgo de ocasionar ojo vago o ambliopía si no es tratado a tiempo.
Igualmente tampoco es cierto que no pueda operarse, debiendo cada caso valorarse individualmente, pero igual que el resto de déficit visuales, no debe intervenirse hasta que no se ha estabilizado el problema en la edad adulta (a partir de los 20 años aproximadamente).
“Mi hijo no nota diferencia de visión con las gafas y dice que ve igual con ellas que sin ellas. ¿Estarán equivocadas?”
Siempre puede haber algún error en el proceso de prescripción y realización de las gafas, pero en algunos casos la finalidad de las gafas no es conseguir una mejor visión, pues ésta ya es correcta, sino evitar que se realicen esfuerzos visuales para conseguir esa visión que puedan conllevar otros problemas, como torcer los ojos, dolores de cabeza, o riesgo de padecer un ojo vago, de ahí la necesidad del empleo de las lentes correctoras según las indicaciones de nuestro especialista, a pesar de que la visión sea correcta sin ellas.
Ante cualquier duda, consultemos a nuestro especialista que revisará la prescripción, así como la gafa y nos dirá si está acorde a sus necesidades y cual son sus objetivos.
“Mi hijo dice que con las gafas no ve bien y no quiere llevarlas”.
No es infrecuente que un niño no acepte el empleo de las gafas el primer día, al igual que no quiso ponerse los zapatos el primer día, o no quiso ir a la escuela, pero por ello no lo llevamos descalzo ni dejamos que no vaya al colegio. Por ello, debemos imponer nuestro criterio para que el niño utilice las gafas, empleando para ello las mejores dotes de convicción de las que seamos capaces y desde luego paciencia y comprensión, pero fundamentalmente quitando importancia al tema de llevar unas gafas, pues lo fundamental es que el niño vea bien y desarrolle bien su visión.
Las gafas en ocasiones llevan emparejadas un importante componente social quehacer que el niño/a no quiera llevarlas, pero recordemos que lo importante es su visión y siempre deberemos comentar estos problemas con nuestro oftalmólogo que valorará la situación y sus alternativas si éstas son posibles.
“Como mi hijo tiene miopía y de cerca ve bien, para estudiar se quita las gafas. ¿Es correcto?”.
No, si bien en el miope la visión de cerca es mucho mejor que la visión de lejos, al no utilizar las gafas existe un mecanismo fisiológico de enfoque o acomodación que no estamos utilizando y que a medio plazo puede darnos problemas, de ahí que aunque somos miopes no debamos prescindir de nuestras gafas para las actividades de cerca.
Pensemos que si utilizara lentillas, no las iba a estar quitando y poniendo, o que cuando se opere tampoco va a estar quitando y poniendo la operación, pues lo que la operación hace es tallar el cristal en su ojo o colocar una lente dentro de él, por lo que esto ya será de porte constante.
Cuando estamos acostumbrados a quitar las gafas para leer por ser miopes, cuando adaptamos posteriormente una lentilla o cuando nos operamos para no llevar las gafas, aparecen los problemas en las actividades de cerca como la lectura. Por ello pensemos que si somos miopes la gafa es para uno continuó.
“Me han dicho que mi hijo es hipermétrope, pero no le han dado gafas. ¿Es eso correcto?”.
Todos los niños al nacer debieran ser hipermétropes dentro de unos márgenes determinados, dado que esta hipermetropía, al contrario de la miopía, sufre una disminución durante el desarrollo por motivos fisiológicos de crecimiento.
Por ello, salvo que el grado de hipermetropía así lo exija, o esté condicionando algún otro problema como puede ser estrabismos (torcer los ojos), o síntomas de astenopía (dolores de cabeza), en muchos casos no es necesario el empleo de lentes correctoras, con un correcto seguimiento de la evolución de cada caso particular y siempre siguiendo los consejos de nuestro especialista.
El ser hipermétrope hace que podamos en ocasiones forzar la vista para conseguir una relativa buena visión, pero este esfuerzo puede estarnos dando problemas que se evitan con el empleo de las gafas.
“Me han dicho que mi hijo es hipermétrope, pero le han dado gafas sólo para estudiar y para ver la televisión. ¿Es eso correcto?”.
En algunos casos y dado que la hipermetropía va a ir disminuyendo durante el desarrollo, sólo se prescriben las lentes correctoras para aquellos casos en que se realiza un mayor esfuerzo visual, como es el caso de estudiar, leer, televisión, etc…, dejando el resto de actividades sin necesidad de su empleo.
En este caso como en el resto, siempre deberemos seguir las indicaciones de nuestro especialista. Así mismo en estas situaciones, es fundamental realizar una valoración de su problema visual con gotas ciclopléjcias para conocer la totalidad del defecto refractivo y evitar errores.
Cada caso debe ser personalizado en su indicación, y cualquier problema que tengamos con las gafas deberemos comentarlo a nuestro especialista que será el que valorará las posibles alternativas a su empleo si están son viables.
“Me han dicho que mi hijo con las gafas ve bien, pero no le han quitado dioptrías. No lo entiendo. Si está bien ¿Porqué sigue usando las gafas?.
El que nuestro hijo vea bien con las gafas, o haya recuperado la visión correcta tras un tratamiento adecuado (como por ejemplo los parches convencionales), no implica que le hayamos hecho desaparecer las dioptrías. Estas dioptrías variarán de acuerdo a su propio desarrollo y será según éste como deberemos ir variando la corrección óptica para conseguir la mejor visión en cada momento del desarrollo.
Pensemos que en la edad del desarrrollo igual que recupera visión puede volver a perderla, lo cual indica que si con las gafas hemos conseguido que vea bien, puede ocurrir que si las retiramos vuelva a perder visión y estemos como al principio, habiendo sido inútiles todos nuestros esfuerzos.
El que con unas gafas vea bien no implica que podamos retirarlas, pues podríamos perder todo el beneficio conseguido. Será nuestro oftalmólogo el que nos indicará si dicha gafa puede retirarse o no en su evolución y de acuerdo a la edad, graduación y en pocas palabras sus características personales.
“Doctor: Mi hijo tiene mucha graduación en un ojo y le han dado una gafa donde no lleva el total de la graduación, sino solo una parte de ella para irse acostumbrando. ¿Es eso correcto?”.
La adaptación o plasticidad cerebral de los niños es mucho mayor que los adultos, de ahí que un niño deba llevar el total de la graduación que precisa, sobre todo cuando estamos en los primeros años de vida. No es una indicación correcta dejar a un niño de 4 años, por ejemplo, con una graduación parcial para irla aumentando progresivamente, pues estaremos perdiendo un tiempo fundamental para recuperar la visión, dado que hasta que el ojo no tenga su graduación correcta, las posibilidades de recuperación se verán notablemente impedidas. No es infrecuente encontrar como los niños toleran diferencias de graduación superiores a 10 dioptrías, cuando un adulto no tolera diferencias superiores a 3 dioptrías.
Dejémonos aconsejar por nuestro oftalmólogo pediátrico que nos indicara las posibles soluciones y alternativas en caso de que dicho problema se manifieste.
Cada caso es totalmente diferente, pero no podemos aplicar criterios de adultos a los niños. La graduación debe personalizarse para cada caso, pero un niño no es lo mismo en su proceso de tolerancia y adaptación refracta que un adulto.
“Mi hijo raya mucho las gafas. ¿Qué puedo hacer?”.
Los cristales orgánicos si bien son menos pesados y más seguros que un cristal convencional, también sufren mas el efecto del trato que los niños den a las gafas. Así mismo deberemos guardar especial cuidado de nunca limpiar las gafas en seco, para evitar dicho problema, ni hacerlo con trapos o ropa.
Dejémonos aconsejar por nuestro optometrista sobre la lente más adecuada para nuestro hijo, pues es la persona que mejor nos puede orientar.
“No me gusta que mi hijo lleve gafas, pues le hace tener los ojos hundidos. ¿Cómo evitarlo?.”
Las gafas no hacen que los ojos se hundan, sino que es un mero efecto óptico del cristal en los casos de miopía, que hacen parecer al ojo más pequeño, al contrario de los ojos hipermétropes, que tienen un aspecto mayor a través de las gafas. Esto puede evitarse mediante el empleo de lentes de contacto, pero retiero que es un problema meramente de apreciación de la imagen, el cual no es real.
“¿Puede mi hijo usar lentillas para no llevar gafas? ¿Cuándo puede empezar?”
Sí, se pueden emplear lentes de contacto para alternar con la gafas, incluso en muchos casos la visión con lentillas será mejor que la obtenida con gafas. Pero debemos tener en cuenta que la lentillas están en contacto con el ojo, para lo cual exigimos unos cuidados de mantenimiento y limpieza que deben ser realizados por el niño y por ello debe tener una edad que su responsabilidad así lo posibilite, siendo esta edad muy variable dependiendo de cada caso. Incluso en algunos casos pueden emplearse lentes de contacto en recién nacidos (solo por indicación médica y no meramente cosmética por el deseo de no llevar gafas), pero bajo una estricta vigilancia oftalmológica para evitar complicaciones.
Tras años de experiencia clínica diaria hemos visto niños a edades tempranas con cuidado exquisito en el mantenimiento de sus lentillas, y por el contrario adultos que nunca debieran haberlas puesto dado el manejo descuidado y poco higiénico que hacen de las mismas.
Hoy en día la amplia variedad de materiales de las lentes de contacto ha hecho que ésta sea una opción cada vez mejor tolerada. Nuestro optometrista nos podrá aconsejar sobre la lente de contacto más adecuada para nuestro caso.
“Me he operado para quitarme las gafas. ¿Cuando puedo operar a mi hijo?”
Si bien la edad más recomendable para una intervención de este tipo es alrededor de los 20 años, en algunos casos y por indicación médica, no con la finalidad estética de eliminar las gafas, puede adelantarse esta edad en distintos grados, dependiendo cada situación de los condicionantes de cada caso en particular y requiriendo un detallado estudio de cada caso.
Pero realmente estos casos son muy contados y escepcionales y en aquellos casos donde la indicación es para intentar recuperar visión, por diferencias importantes de graduación entre ambos ojos, antes debe siempre haber seguido un tratamiento rehabilitador y solo en casos muy seleccionados barajar la opción quirúrgica, pues el empleo de lentes de contacto también puede tener similar resultado de una intervención quirúrgica sin necesidad de someterse a los riesgos de ella.
Por lo tanto la cirugía refractiva pediátrica es algo que todavía no está exento de controversia y que requiere una valoración muy precisa y ética por parte de su oftalmólogo pediátrico en colaboración con el especialista de cirugía refractiva.
Nunca debemos someter a un niño a una cirugía refractiva por un tema puramente cosmético.