Nos estamos volviendo locos? La sociedad avanza o retrocede?

A veces con el desarrollo de la ciencia y la tecnología vemos supuestas técnicas médico-quirúrgicas al servicio de una falsa estética que pretenden ser una innovación y por el contrario puede representar un serio peligro. Así, estamos viviendo una sociedad donde el dominio de una pseudoestética mal entendida es en ocasiones prioritario por encima de la salud.
Con esto quiero decir las modernas “técnicas” que se están presentando para “cambiar el color de los ojos, colorear la conjuntiva, blanquearlos, decorarlos, etc..” donde se nos muestran como adelantos lo que realmente puede conllevar importantes riesgos para la salud visual, en especial cuando dicha información cae en manos de colectivos infanto-juveniles, sin los adecuados criterios para evaluarlas.
Cuando oímos que se puede cambiar el color del iris, debemos saber que uno de los procedimientos solo se trata de una eliminación del pigmento del iris, sin que ello conlleve la elección del color, lo cual puede conllevar un riesgo de desencadenar subidas de tensión, lo que denominamos un glaucoma pigmentario con el consiguiente riego para la visión del ojo, etc… No digamos ya cuando otras técnicas lo que hacen es inyectar tinta china en el espesor de la córnea para dibujar un supuesto iris de otro color. Realizar esto en ojo sanos con buena visión implicaría cuando menos posibles serias complicaciones si en el futuro surge alguna patología ocular que deba tratarse y donde la transparencia de la córnea sea fundamental, pues esa tinta es opaca y no permitirá bien la correcta visualización del fondo del ojo con el consiguiente riesgo, por lo cual tampoco en mi opinión personal es una técnica que deba ser considerada como una posibilidad cosmética en ojos sanos.

Pero también existen procedimientos para cambiar el color de la zona blanca de los ojos, existiendo procederes (me niego a considerarlos técnicas médicas) que inyectan tinta de distintos colores por debajo de la conjuntiva ocular para cambiar el color blanco por un color a nuestra elección, sin conocer los peligros que dicha sustancia puede tener según su absorción por el organismo o incluso por los propios tejidos oculares, además del riesgo de su difusión a estructuras posteriores del globo ocular.
Y porqué no, ahora si los ojos los tienes rojos, podemos eliminar ese tejido que lleva los vasos sanguíneos y que originan el enrojecimiento ocular, mediante una cirugía sin aparentemente complicaciones; es decir que esos tejidos del ojo al parecer “están de más, son piezas que sobran” y los eliminamos sin atender a razones de sus efectos sobre infecciones, zonas sin circulación, daño en la lágrima, etc…
Y no solo eso, también existe el piercing ocular, colocando implantes de joyas decorativas debajo de la conjuntiva ocular, en lo blanco de los ojos, sin reportar los posibles problemas inflamatorios o de rechazo que ello puede entrañar y sin tener en cuenta las posibles molestias al ser un cuerpo extraño en la superficie ocular.
Y desde luego lo que pudiéramos considerar el sumun de la enajenación mental es el emborracharse mediante la absorción de alcohol a través de la conjuntiva, o la pseudopráctica erótica de chupar los ojos de la pareja, sin tener en consideración los riesgos de infecciones que ello puede entrañar.
Realmente en ocasiones la sociedad parece que más que progresar, retrocede y como dice un dicho popular “el sentido común es el menos común de los sentidos”.
Todas estas prácticas, bien supeditadas al capricho de una mal entendida estética o bien en base a las “falsas modas” de los tiempos actuales, no están exentas de riesgos, algunos de ellos de mucha gravedad y severas consecuencias irreparables para nuestra salud visual, los cuales debiéramos conocer antes de plantearnos dichos procederes. La información es el tesoro más preciado y antes de acometer cualquier actuación de este tipo, debemos informarnos debidamente de sus posibles consecuencias y pensar si estamos dispuestos a poner en juego nuestra salud por algunos falsos cánones de belleza

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