“Mi hijo se ha levantado con los ojos pegados y legañas”.
No es infrecuente que un niño padezca a lo largo de su vida dive
rsos episodios de lo que denominamos conjuntivitis, la mayoría de ellos sin ninguna repercusión importante ni consecuencia grave para su vista. Cuando nos encontremos con esta situación, debemos lavar el ojo (preferiblemente con suero fisiológico) y acudir a nuestro médico para que lo valore y nos paute un tratamiento antibiótico adecuado, pero no debemos instilar gotas de antibióticos sin un control adecuado, pues lo único que podemos hacer es muchas veces crear resistencias ante esos antibióticos no correctamente empleados.
Las conjuntivitis son muy frecuentes y como decimos la mayoría de veces sin repercusión, pero deben ser valoradas correctamente para evitar complicaciones y nunca automedicarnos.
«Uno de mis hijo tuvo una conjuntivitis y ahora la tiene su hermano”.
La mayoría de conjuntivitis son por su propia causa potencialmente contagiosas y dicho contagio se realiza por contacto directo, es decir, por pasar las secreciones o las lágrimas de uno ojo al otro al frotarnos o entre los niños al no lavarse las manos. Por ello ante un niño con ojos rojos, legañas, etc… deberemos tener especial precaución de mantener todo aquel material que contacte con sus ojos (toallas, pañuelos), independientes. Así mismo deberemos tener especial cuidado al ponerle los colirios que nos indiquen, lavarnos posteriormente las manos, para evitar transmitir dicho contagio.
Así mismo es fundamental nunca compartir los colirios, ni usar colirios anteriormente empleados, pues pueden estar contaminados y al instilar las gotas estaremos provocando el contagio.
«Mi hijo ha venido del colegio con los ojos rojos ¿Qué hago?.”
Existen múltiples factores que puede ocasionar un ojo rojo, desde leves e insignificantes, hasta muy graves. La mayoría de las veces son irritaciones leves de la superficie del ojo, conjuntivitis, que requieren tratamientos muy ligeros durante pocos días, pero otras se deben a factores importantes que deben ser evaluados por su oftalmólogo. Si tras lavar el ojo con agua (o mejor con suero o lágrimas artificiales) este hecho persiste, deberemos acudir a nuestro oftalmólogo para una valoración de cada caso particular. Nunca nos automediquemos.
«Mi hijo tiene conjuntivitis frecuentes y cada vez utiliza un tratamiento distinto y sigue igual ¿Qué puedo hacer?”.
En algunos casos los niños padecen conjuntivitis por gérmenes resistentes a los antibióticos habituales, siendo difícil acertar el tratamiento adecuado. Muchas veces esto es debido a las automedicaciones mal empleadas que hacen que se creen resistencias a los gérmenes. Estas resistencias hace que a veces el germen no responda a los tratamientos más frecuentes, siendo necesario tomar una muestra y mandarla a analizar para poder pautar el tratamiento antibiótico más apropiado, sin necesidad de estar probando múltiples tratamientos hasta encontrar el correcto. Esta toma de muestra se realiza con una torunda de algodón y es totalmente inocua e indolora.
«A mi hijo le han dicho que tiene una conjuntivitis vírica. ¿Puedo llevarlos al colegio?”.
Las conjuntivitis víricas son altamente contagiosas por contacto directo, de forma que debemos evitar en la medida de lo posible las posibilidades de contagiar a otras personas, por lo que se aconseja durante los primeros días del proceso y hasta que se instaure el tratamiento apropiado, no le llevemos al colegio. Además debemos evitar el contacto con cualquier elemento de limpieza que utilice el niño, como pañuelos, toallas, etc… y lavarle las manos con frecuencia y evitar acercarnos a su cara (los besitos de la familia, etc…)
“Mi hijo es alérgico y todas las primaveras se le ponen los ojos rojos. ¿Puedo hacer algo para evitarlo?”.
No es infrecuente los problemas alérgicos en los niños, los cuales deben ser tratados por su oftalmólogo con fármacos antihistamínicos que palíen los síntomas o en su caso con fármacos más potentes. De todas formas no es infrecuente que aún con un tratamiento correcto, tengamos pequeños episodios de acrecentamiento de los síntomas. Ante esto podemos instilar gotas de lágrimas artificiales frías (conservándolas en la nevera), que harán de descongestivo, o incluso la aplicación de compresas frías para disminuir la inflamación. Si estos episodios se repiten, deberemos acudir a nuestro oftalmólogo para que revise el tratamiento y paute las medidas oportunas para evitarlo, pues en ocasiones no es suficiente con fármacos antihistamínicos, sino que será necesario recurrir a fármacos más potentes que deben ser siempre evaluados por el especialista y no utilizarlos sin su supervisión.
“Mi hijo tiene el ojo muy rojo y lo veo como si tuviese algo clavado. ¿Se lo puedo quitar?”.
Cuando entra cualquier cuerpo extraño al ojo, éste debe lavarse con suero fisiológico o en su defecto con agua durante tiempo prolongado cuando lo que ha saltado es un agente químico, para limpiarlo del ojo. Sólo en el caso de pequeñas partículas en los párpados o en lo blanco del ojo (esclera) pueden intentar extraerse con un pañuelo, pero nunca con ningún objeto punzante. Si no se desenclavan con estas medidas, debemos acudir a nuestro oftalmólogo para que lo valore y extraiga.
A veces lo que parece un cuerpo extraño enclavado en el ojo, puede no serlo dándonos una falsa apariencia cuyo diagnóstico erróneo puede llevarnos a manipulaciones inadecuadas de los ojos que pueden traer consecuencias.
“A mi hijo le ha saltado un líquido al ojo y le duele mucho”.
Siempre que salte cualquier líquido potencialmente dañino al ojo, debemos valorarlo por el especialista, pero lo más importante es inmediatamente eliminar el líquido del ojo, para lo cual es fundamental lavarlo inmediatamente con agua corriente, durante tiempo suficiente para asegurar su eliminación. No olvidemos que si vamos corriendo al hospital sin haber lavado el ojo, ese tiempo el agente agresivo estará actuando sobre el ojo produciendo un daño que pudiera haberse evitado si lo hubiéramos lavado con suficiente agua. La irritación que produce el agua o el suero nunca va a ser equiparable al daño que puede producir el agente químico en contacto mantenido con el ojo.
“Tenía un cigarrillo en la mano y mi hijo se ha dado en el ojo”.
Normalmente las quemaduras corneales son leves, pues el ojo está envuelto en un medio acuoso que amortigua la quemadura, ocasionando un daño en la superficie corneal que debe ser tratado mediante limpieza de la zona afecta, tratamiento antibiótico y oclusión. Siempre deberá ser valorado por el especialista pues hay que evitar el riesgo de infeciones de esas quemaduras o el desarrollo de cicatrices que originen repercusiones en su visión.
“Mi hijo se ha dado un golpe en el ojo y lo tiene muy hinchado. ¿Qué puedo hacer?”.
Ante cualquier traumatismo debemos de requerir atención especializada, mas aún si objetivamos cualquier tipo de alteración en la visión, enrojecimiento ocular, e indudablemente ante cualquier sangrado. Será el oftalmólogo el encargado de valorar la gravedad del proceso e instaurar el tratamiento apropiado. No demoremos una asistencia especializada, pues el tiempo puede ser un enemigo en la evolución del problema y sus consecuencias.